¿Dónde están nuestros datos personales? (II)

Un individuo promedio entrega sus datos personales en muchas circunstancias. Algunas veces, lo hace de forma consciente y consensuada, otras…

En un post anterior estuve comentando cómo la persona, desde su niñez y etapa escolar, va dejando registros multifacéticos sobre muchos aspectos que lo caracterizan como individuo. ¿Qué pasa en la adultez? ¿Llena menos papeles? Se imaginarán que es más bien, lo contrario.

Expedientes o registros laborales

Al incorporarse a la vida laboral, se multiplica la entrega de datos por parte del individuo. Un expediente laboral se crea en la gran mayoría de las empresas. Para llenarlo, se requiere aportar una inmensidad de datos al igual que al solicitar un seguro médico o matricular un colegio.

Muchos departamentos de recursos humanos emplean software especializado con el objetivo de crear y manejar una base de datos que les permite gestionar vacaciones, ausencias, pagos, permisos, bajas, evaluaciones del desempeño, planes de carrera, formación, etc.

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Papelería acumulada en oficinas. Photo by Wesley Tingey on Unsplash

En estas bases de datos, los datos de un empleado clasifican según las necesidades en:

  • Registro de personal: contiene datos básicos relacionados con la edad, antigüedad en la empresa, salario, habilidades, contacto, datos de familia.
  • Registro de cargos: refleja la trayectoria laboral recopilando datos de funciones, puestos de trabajo.
  • Registro de secciones: muestra las diferentes áreas por las que la persona ha transitado y los miembros que forman parte de cada una de ellas.
  • Registro de remuneración: incluye los datos relativos a los salarios e incentivos que percibimos con los historiales de estímulos y beneficios.
  • Registro de actividades: recoge nuestra participación en programas, proyectos, formación.

Resultaría muy útil si cada empleado pudiera tener acceso en el momento necesario a toda esta información sobre su trayectoria laboral. Completar un Currículum Vitae sería cuestión de un clic, así como certificar los ingresos históricos para la solicitud de un crédito o la compra de una casa a través de una hipoteca.

¿Cuántas veces una persona cambia de trabajo? Imaginemos que una persona promedio pueda pasar, al menos, por unos 5 empleos. Ese individuo tendrá que entregar aproximadamente los mismos datos para la configuración de 4 expedientes laborales adicionales.

¿Cuántas de estas instituciones nos devuelven nuestra información?

En el post anterior y en este han sido listadas un conjunto de circunstancias de la vida moderna donde las personas necesariamente proveen sus datos sin dudar:

  • Seguimiento médico del embarazo
  • Registro civil
  • Registros médicos
  • Seguimiento de la evolución del infante (por padres, tutores, cuidadores, etc.)
  • Registros preescolares
  • Expedientes escolares, en distintos niveles de enseñanza (desde la primaria hasta el postgrado)
  • Registros deportivos o artísticos, para el caso de las personas con esas aptitudes
  • Expediente laboral

Cada una de las circunstancias anteriores puede multiplicarse por el número de entidades a las cuales la persona se ha confiado: la cantidad de escuelas, de clínicas o médicos especialistas, así como de empleos. En todos esos casos, se entrega una buena cantidad de datos, muchos de los cuales se repiten una y otra vez indistintamente. Sin embargo, aún quedan muchas instituciones o entidades a las que entregamos información personal.

Los bancos

En la actualidad, los bancos son la principal institución financiera del mundo. Muchas personas manejan hasta 5 cuentas, sean de tipo personal o empresarial.

En la mayoría de los bancos, cada acto demanda de un formulario donde el individuo es requerido (otra vez) de sus datos. Crear una cuenta bancaria, solicitar una tarjeta de crédito, pedir una hipoteca, o realizar un contrato de inversión… todos son trámites diferentes, casi siempre organizados por departamentos con gestión independiente.

Otros trámites

Hacer una vida normal conlleva muchos tipos de trámites. Si la persona compró o se hizo de un nuevo hogar, ya conoce el Instituto de registro de vivienda; si milita, la organización política; si es practicante o al menos está bautizado, la Iglesia; si suele realizar donaciones o beneficencia, conoce al menos una ONG.

Por otra parte, a quienes entrenan, les piden datos para la matrícula del gimnasio; si tomas unas vacaciones o viajas por trabajo, los empleados del Hotel necesitan saber quién eres; lo mismo si reservas un vuelo con una aerolínea… incluso al comprar algunos artículos con garantía la persona debe identificarse.

¿Cuántas veces, a lo largo de la vida, hacemos estas acciones? Y faltan más:

Suponiendo que la persona viajará a un país con requerimientos de visado… una visita al consulado es segura. Si no, al menos debe tener en regla su pasaporte o residencia.

Por otra parte, un ciudadano interesado en hacer valer sus derechos electorales, debe aparecer en el padrón electoral. Si va a testar o recibir una herencia, los actos notariales requieren de proveer datos. Ese es el caso también del matrimonio, el divorcio, la renta de inmuebles o determinados servicios. Al rentar un coche… formulario otra vez.

Lo peor de todo este análisis resulta que cada una de estas acciones se repite una y otra vez a lo largo de nuestras vidas. Cada una conlleva la acción física de rellenar un formulario en papel; cada uno de estos trámites, significa un enorme gasto de papel.

Con el surgimiento de Internet aparece un nuevo fenómeno: todos los días y a toda hora estamos compartiendo datos en múltiples plataformas como redes sociales, sitios de compra online y otros servicios.

Estas reflexiones, basadas en mi experiencia personal, no deben distar de las de muchos otros. ¿Cuántas entidades poseen nuestros datos? ¿Los demandan, gestionan y almacenan?

Entonces, la pregunta es: ¿por qué, en un mundo eminentemente digital, no recoger los datos en un solo sistema? En la era de la informática y las comunicaciones, en los tiempos de Blockchain, Internet de las Cosas (IoT), Big Data, Inteligencia Artificial (IA), Machine Learning y la información en la nube… ¿por qué no incluir la gestión de nuestra identidad online en aquellos servicios accesibles desde cualquier parte del mundo, las 24 horas los 365 días del año, en tiempo real y todo con el objetivo supremo de facilitar la vida de las personas?

¿Imaginas organizar, guardar y proteger los datos de acuerdo a tus necesidades, para decidir por ti mismo cuáles y a quiénes compartir solo lo que sea necesario? ¿Te gustaría retirar esta información –que es únicamente tuya– de acuerdo a tus propias decisiones?

¿Qué instituciones exigen el uso de nuestros datos?

Existen varios tipos de instituciones con respecto al uso de los datos personales:

  1. Aquellas que obligan a entregar nuestros datos, relacionadas con los gobiernos, los estados, entidades policiales, entre otras. En ese caso, de no entregar nuestra información nos perjudicaría judicialmente o simplemente no podríamos residir o recibir los servicios necesarios.
  2. Aquellas que solicitan los datos para brindarnos determinados servicios, muchos de los cuales debemos pagar. En este caso se trata de las educacionales, las de salud, las de comercio, entre otras. En estas instituciones, aunque paguemos, si no entregamos los datos no recibimos el servicio.
  3. Aquellas que toman los datos bajo un supuesto consentimiento expresado en las letras pequeñas de los contratos que aceptamos y con ellos generan grandes ingresos. Estas últimas se han desplegado en la actualidad. En especial se trata de las redes sociales, convertidas en empresas facilitadoras de la publicidad y de algo mucho más complejo. Ejemplo de esto último han sido los casos sobre el uso indebido de los datos con fines como los relacionados con la política.

¿Por qué me interesa el tema de los datos personales?

Un día, al salir de casa para las gestiones cotidianas de la vida, realicé la entrega de mis datos personales de forma repetida 6 veces en el mismo día. Solicité una visa, abrí una cuenta bancaria, pedí una tarjeta de crédito, compré un boleto de avión, firmé un contrato con un cliente y, por último ese mismo día, abrí mi cuenta de Google.

En todas las acciones, entregué prácticamente los mismos datos, sólo con pequeñas variaciones. Tengo muy claro que en ninguno de los sitios podré retirarlos, independientemente de que existan leyes que lo exijan.

Ese mismo día, mientras registraba mis datos en Google, surgió la idea de FySelf como la primera Red de Identidad Social.


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M.B.P (CEO FySelf)

Arquitecto de profesión, y apasionado de las nuevas tecnologías. Hombre de emprendimientos y retos. Sueña con un mundo donde la tecnología nos ayude a ser mejores seres humanos.

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