¿Dónde están nuestros datos personales? (I)

¿Te has preguntado sobre todas las veces que una persona entrega sus datos en la vida? Desde la matrícula en un colegio o la lectura de un testamento hasta una multa: el ser humano está impelido por la sociedad a entregar información sobre sí mismo, sea en su beneficio o no.

Desde que un niño viene al mundo, lo padres inician un proceso de creación de identidad. Ellos deciden un nombre según su gusto. Luego, de acuerdo a la cultura y la legislación de cada país, se definen los apellidos que acompañan a ese nombre de pila.

En este post, trataré de mencionar aquellas organizaciones e instituciones a las que, de una forma u otra, entregamos nuestros datos personales a lo largo de toda la vida. Para tal recuento, me baso fundamentalmente en mi experiencia personal.

Registro Civil

Después del nacimiento, los padres deben inscribir al neonato en el Registro Civil del país, de acuerdo a la institucionalidad establecida para ello. Pero, incluso antes del registro, ya estamos entregando nuestros primeros datos en la vida. ¿Has pensado en eso alguna vez?

La futura mamá asume durante el embarazo una serie de exámenes cuyo objetivo es obtener información del bebé. Las especificidades dependen del sistema de salud de cada país, pero existen elementos fundamentales a considerar: el peso, la longitud, el perímetro cefálico, las posibles malformaciones o enfermedades congénitas. Al nacer se repiten todas estas acciones de verificación.

Sin embargo, el primer documento oficial que los padres realizan es la inscripción de nacimiento. Así quedan asentados los primeros datos de identificación de un ciudadano en el Registro Civil, al menos con un nombre que los representa ante las autoridades.

No siempre, ni en todos los casos, ha sido el Registro Civil la única institución a la cual se acude para inscribir a un niño pequeño. Tiempo atrás, la información sobre la persona se registraba solamente en las iglesias del pueblo más cercano; muchos aún acuden a autoridades religiosas para bautizar a los bebés, y de esta forma inscribirlos en los registros eclesiásticos.

Hoy parecerá increíble con tanto desarrollo y modernidad, pero en muchos países existen millones de personas que no cuentan con un acta de nacimiento o un certificado de registro.

Registros de salud

Dependiendo de la jurisdicción donde nace el bebé, un registro de nacimiento puede o no contener la verificación del evento por parte de una partera, un médico o incluso por una autoridad competente. Por tanto, desde los inicios nuestros datos están a expensas de una validación real.

Transcurridos varios días del nacimiento, en múltiples países se hace obligatoria la visita al médico de la familia o al centro médico donde se encuentra el recién nacido. Nuevamente se revisan cuestiones como el tamaño de cráneo, la estatura, se verifica el color de los ojos, tipo de sangre, frecuencia cardíaca, la respiración, entre muchos otros.

Estos expedientes de salud se habilitan según pruebas físicas y clínicas periódicas, que incluyen el registro de las vacunas. Resulta sumamente necesaria la existencia de un registro, más conveniente que confiar únicamente en la memoria de los padres.

¿Cuántas veces nos preguntamos si alguna vez nos pusimos la vacuna del sarampión, la antigripal u otra cualquiera? Incluso, a veces dudamos de temas más riesgosos como los medicamentos a los cuales somos alérgicos.

Imaginemos a un niño que ha perdido a sus padres, que simplemente se ha mudado a vivir con sus abuelos o que ha viajado de excursión con unos amigos y necesita de estos datos de salud para ser atendido con urgencia en un centro hospitalario.

¿Dónde se almacenan los datos de salud?

Si bien las clínicas, hospitales o algunos sistemas de salud logran tener un registro fiable de historia clínica, eso no ocurre con la totalidad de los habitantes del planeta. Incluso en algunos países desarrollados, todo se complica con la aparición de enfermedades que implican sucesivos diagnósticos y tratamientos: se requiere de grandes esfuerzos de memoria y organización por parte de la familia para permanecer al tanto de la situación.

Entre tantas especialidades médicas existentes, sumado a la variedad de centros de atención primaria o psicológica, resultan numerosas las instancias que investigan los datos de salud del individuo y operan con ellos. Gestionar tanto volumen de información puede llegar a ser una complicación.

Registros de datos escolares o de desarrollo

Ya con nombre y apellido(s) registrados y nuestros rasgos físicos o de salud, un niño se adentra en el camino de la vida. Muchos padres conciben una especie de bitácora de los avances de la criatura, siguiendo la estatura con marcas en la pared o habilitando un registro de habilidades y logros mediante álbumes fotográficos, diarios y aplicaciones móviles.

Cuando los infantes alcanzan cierta edad, una gran mayoría asiste a los denominados centros de cuidados infantiles, a veces conocidos como guardería o day care. Nuevamente, allí se registran datos personales, incluyendo además todo lo relativo a gustos, preferencias de alimentos, alergias y toda la información necesaria para el mejor de los cuidados del pequeño.

Estos datos quedarán plasmados en el registro de la guardería. Para iniciarlo, solicitan nuevamente el acta de nacimiento, los documentos de identidad, un comprobante de exámenes médicos y una cartilla de vacunación. Todo ello en dependencia del tipo de centro, ya sea público o privado. En algunos casos recopilar estos datos se hace complejo para los padres.

Con el decursar de los años, el niño comienza las actividades escolares… y de nuevo se solicitan sus datos en la matrícula de la escuela. Así se confecciona el expediente escolar, que se inicia al comienzo de la educación primaria. Este documento irá ganando en elementos, entre ellos características psicológicas, registro académico, actividades extracurriculares y hasta los malos comportamientos.

Pongámonos en el lugar de un padre: su hijo es excelente en matemáticas, ¿será que el talento es heredado? ¿Le gustaría comparar las calificaciones del pequeño con las de él, o incluso con las de un eminente científico como lo fue Albert Einstein a su edad?

Imaginan la cantidad de datos que una persona acumula a lo largo de sus estudios. Muchos alcanzan una educación básica primaria y tienen la necesidad de trabajar a muy temprana edad. Pero aquel que obtiene hasta un nivel superior, acumula miles de datos a lo largo de unos 20 años, considerando la posibilidad de cursar Doctorados o postgrados.

De esta forma, el individuo acumula información en: escuela primaria, secundaria, instituto, universidad, escuelas de superación, postgrado etc. En este caso, los vamos a resumir en, escuela primaria, escuela secundaria, centro de estudios superior.

A todos estos centros, se añaden otros tales como: el área deportiva o el centro de estudios musicales o artísticos.

Este post reunió una serie de instituciones y circunstancias donde las personas se ven obligadas a aportar datos personales (o permitir su recolección por parte de otros) en las primeras décadas de su vida. Pero, la adultez en esta época moderna, es un período durante el cual se multiplican las gestiones, los formularios, los papeles.

Para seguir en esta cronología, te invitamos a consultar el próximo post.

Luego de este recuento, ¿piensas que la gestión de los datos personales a lo largo de la vida del individuo se hace de manera unitaria? ¿organizada? ¿fácil para ti? Nos interesa tu opinión, déjala por aquí.


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M.B.P (CEO FySelf)

Arquitecto de profesión, y apasionado de las nuevas tecnologías. Hombre de emprendimientos y retos. Sueña con un mundo donde la tecnología nos ayude a ser mejores seres humanos.

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Un comentario en “¿Dónde están nuestros datos personales? (I)

  1. Excelente artículo, sin dudas una herramienta universal que gestione todos los datos personales de un individuo es fundamental. Estaré al pendiente del próximo post del tema.

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